Mitos acústicos: el silencio = 0 dB

En matemáticas utilizamos el número 0 cuando nos queremos referir a una cantidad nula. Sin embargo y a pesar de la creencia popular, la falta de ruido, es decir, el silencio, no equivale a 0 dB. A continuación, explicaremos uno de los mitos acústicos más extendidos y veremos realmente a qué equivale la cifra de 0 dB.
¿Qué es un decibelio?
En primer lugar hay que destacar que la unidad de medida es el bel o belio, pero por comodidad se utiliza el decibelio, ya que 1 bel corresponde a 10 decibelios. El bel nace de la mano de Alexander Graham Bell e inicialmente es utilizado en las líneas telegráficas y para medir relaciones de sonido.
Actualmente, también se emplea en el campo de la acústica y las telecomunicaciones.
¿Un decibelio poco o mucho ruido?
Antes de empezar a analizar qué ocurre a los 0 dB, se ha de tener en cuenta el funcionamiento del decibelio y qué supone un aumento o reducción en su escala.
Imaginemos que tenemos un altavoz que genera una emisión de 70 dB, pero nosotros queremos tener una emisión de 90 dB. ¿Es significante tener una diferencia de 20 dB? Pues bien, debemos tener en cuenta que los decibelios siguen una escala logarítmica, y eso supone que incrementar 10 decibelios significa que la potencia se multiplique por 10, y aumentar 20 dB significa multiplicar la potencia por 100. En resumen, si queremos tener 90dB de ruido necesitaremos disponer de 100 altavoces que generen 70dB, si!! 100 altavoces!
Por tanto, en este caso, nuestro altavoz genera 100 veces menos potencia de la que queremos tener.
0 dB y el silencio
El funcionamiento del oído funciona de manera logarítmica, por eso no es casualidad que todo lo relacionado con la acústica se mida en decibelios, ya que ellos también funcionan mediante escala logarítmica.
Al encontrarnos con un valor de 0 dB no debemos nunca interpretar que se trata de silencio, sino todo lo contrario, ya que es cuando empieza a funcionar el umbral de audición humana. Evidentemente, el valor de 0 dB así como los valores cercanos a él, implican la percepción de sonidos leves. Por otro lado, el umbral de audición acaba para los humanos sobre los 140 dB, donde la percepción recibida es de dolor.
Seguidamente, mostramos una imagen donde se aprecian distintos tipos de ruidos, su equivalencia en decibelios y lo perjudiciales que pueden ser para nosotros:

Como avanzábamos en párrafos anteriores, el umbral de audición humana se fija entre los 0 y 140 dB, valores de menos a más nocivos para nuestra salud. Estos valores son aproximados ya que dependen de cada persona, pudiendo así variar mínimamente.
Con el paso del tiempo tendemos a perder audición de las altas frecuencias, es decir, de los sonidos más agudos. Además, la pérdida de audición irá también ligada a nuestra exposición diaria con valores elevados de ruidos. Por este motivo, cada vez existe más normativa al respecto tanto en ámbito europeo, nacional y local, con el propósito de minimizar los daños en nuestros oídos. Hoy en día, dichas normativas controlan el ámbito acústico desde el nivel al que está expuesto un trabajador durante su jornada hasta el nivel de emisión que se genera en un barrio, entre otros.
Poco a poco, debemos empezar a ser conscientes del riesgo que corremos cuando estamos expuestos a altos niveles de presión sonora, ya que aunque no nos damos cuenta, es parte de nuestro día a día.
Nuestro oído contiene en su interior unos transductores muy sensibles que son los que nos permiten la audición. Estos transductores son las llamadas células ciliadas y son de dos tipos, internas y externas. Los seres humanos contamos con unas 3.500 células ciliadas internas y con unas 12.500 células ciliadas externas.
Estas fibras pilosas están organizadas en tres filas, en función de su tamaño, y al ser excitadas generan un componente químico que transmite unos impulsos eléctricos al nervio acústico y al nervio auditivo.
Cuando estamos expuestos a niveles de presión sonora elevados las células ciliadas se dañan, y estas, delante de una lesión no tienen capacidad de regenerarse, derivando de este modo en una pérdida de audición.
A continuación, y para finalizar el artículo mostramos la diferencia entre células ciliadas sanas y dañadas:

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